Viajar a Suiza en busca del hombre más inteligente del mundo, conocer sectas esotérico-científicas cuyo propósito es crear vida en laboratorios marinos o evitar la muerte del hombre más inocente en menos de veinticuatro horas parecerían actos suicidas salvo si quien los realiza es uno de los mejores detectives de la historia. A lo largo de capítulos ágiles y llenos de aventura, Sherlock Holmes regresa al mundo deductivo para inhibir peligros futuros para la raza humana con un joven Charlie Chaplin —y no el Dr. Watson— como fiel el acompañante. Las capacidades analíticas, el eterno interés del ser humano por subsistir, reencuentros, rivalidades, miedos y el actuar oportuno-inoportuno de los personajes, pero sobre todo el admirable costumbrismo del autor, hacen de esta novela algo imperdible, elemental, querido lector