Relaciones de pareja, presuntos trastornos mentales, vínculos familiares y de amistad son los espacios personales a través de los cuales Rodolfo Luna desarrolla sus historias, que si bien muestran una faceta realista, terminan por derivar en ambientes oníricos o supuestas alucinaciones, donde es difícil separar la realidad de la fantasía de sus personajes.