Los poemas de este libro surgen sin duda de un fino observador que se detiene, con admiración, ante los detalles irradiantes de un paisaje mediterráneo o ante una pequeña ruina a orillas de la ruta habitual; poemas que, al mismo tiempo, apelan el diálogo con aquello que mira tras la mirada, con aquello sin lo cual una imagen es sólo un hexagrama sin interpretación. Así, el hombre que observa tras la cámara portátil es quien advierte lo que a la cámara se oculta o lo que se ha desvanecido de sus impresiones.