“Leer a Carlos Martín Briceño no es asunto menor, no nos deja indiferentes. Reconocemos el infierno. Y queremos más.” (Mónica Lavín, El Universal) “Cuida correctamente sus mecanismos narrativos, el lenguaje, arriesga con la peligrosa imbricación de lo onírico y lo concreto y por eso sus textos capturan la atención desde el principio y se sostienen.”
(Ignacio Trejo Fuentes, Siempre).
“Múltiples interpretaciones, relaciones y resonancias despierta la lectura de estos cuentos de Carlos Martín Briceño, que parecen estar escritos con una navaja de disección. Su doloroso filo se interna en la frágil carne de sus personajes y en el desasosiego de los lectores, que en ellos reconocemos los turbios límites de nuestra propia naturaleza.”
(Ana García Bergua, La Jornada).
“Como cuentista (…) ha logrado un equilibrio entre la potencia vital y la potencia intelectual. Cada pieza suya reconstruye vivencias de sus personajes, que conforme entran en zonas extremas de violencia, sexualidad o extrañamiento de lo cotidiano superan en su mente lo acontecido a través de pensamientos, percepciones, vislumbres de lucidez o incertidumbre. Sólo un escritor de alto rango puede resolver en pocas páginas la riqueza narrativa que plantea en sus cuentos.”
(Sergio González Rodríguez, Reforma)