Un escritor va a cumplir cincuenta años. Espera que algo suceda,que se produzca un cambio, un acontecimiento. Pero no pasa nada. O casi nada: en un paseo, su mujer le muestra que todo cuanto pensaba saber sobre la mecánica que determina cómo la luna refleja la luz del sol estaba equivocado. Casi nada, pero esta lección casual lo hace concebir una sospecha atroz: ¿y si todo lo demás que cree saber también está equivocado? ¿Y si en realidad no sabe nada? ¿Y si cada uno de los rasgos que han caracterizado los muy numerosos libros que se suman en su obra y en los que cristalizan su estilo hubieran perdido no sólo su importancia sino incluso su posibilidad? El libro se vuelve aún más inquietante y entrañable porque el escritor que lo protagoniza se llama César Aira y comparte con César Aira todos los datos de la vida: la fecha, el lugar de nacimiento, los hábitos, bibliografía. Podría decirse que se trata de un libro de memorias, pero es imposible no sospechar del tal César Aira, novelista desbocado, acaso la más atrevida imaginación de América Latina y que frecuentemente crea personajes delirantes que se llaman, curiosamente, César Aira. Aquí surge un nuevo César Aira sumamente parecido a César Aira, pero más sobrio, más pesimista, más triste, más lúcido.