Chicago. Un día. Dos personas se conocen por casualidad en el Instituto de Arte. Antes de su inesperado encuentro, él es un estudiante de doctorado que gestiona sus pensamientos destructivos con cálculos compulsivos sobre los viajes en el tiempo; ella es una artista falsificadora bipolar que va a psicoterapia por orden judicial. Al final de la historia, nada de eso habrá cambiado. Pero esta no es una historia sobre finales. Para Regan, las personas son predecibles y tediosas, incluida (y tal vez, especialmente) ella. Se enfrenta a la monotonía de la existencia viviendo de forma impulsiva, imaginando un tiempo nuevo, alternativo, creado a partir de cada decisión apresurada. Para Aldo, el mundo es inquietantemente caótico. Se enfrenta a los días erigiendo un muro de rutina, un ritmo de reglas y fórmulas que le hacen seguir adelante. Sin ellas, el marco entero de su existencia se colapsaría. Para Regan y Aldo, la vida ha consistido en resignarse a los cianotipos de la inevitabilidad, hasta que se conocen. ¿Podrían seis conversaciones con un extraño ser la variable que sacuda los cimientos de su vida?