Quien busque en El Circo un juicio moral sobre nuestras actitudes hacia el llamado mundo de la discpacidad, se habrá equivocado de libro.
El Circo no juzga, se limita a ponernos delante de los ojos situaciones y sentimientos bien reconocibles por todos y nos invita a identificarnos con cualquiera de sus personajes. A partir de ahí, cada uno de nosotros realizará su propio juicio.