Se le pregunta a la autora cuáles son las cinco lecturas que mejor representan para ella la infancia y contesta con este libro, donde logra salvar algunos de sus recuerdos: «Sabía que los inventos de la infancia tienen su propia verdad, son su propia realidad; que eso es la magia, y que dura poco, porque la niñez se acaba». Aparecen en su mente cinco textos: un fragmento de Peter y Wendy, de J. M. Barrie; la vida de una madre soltera y su hijo prodigio, retratada por Helen DeWitt; algunos recuerdos de la Verónica Murguía niña; dos cartas que Emma Reyes envío a Germán Arciniegas; y Jean-Paul Sartre asociando los primeros años con los libros: «Nunca jugué con tierra ni busqué nidos, ni recogí hierbas ni les aventé piedras a los pájaros. En cambio, los libros fueron mis pájaros y mis nidos, mis animales domésticos, mi establo y mi campo».
