En El caníbal ilustrado, Antonio Ortuño nos integra con una labor de periodista, columnista y reportero a las diferentes dimensiones del mundo, o mundillo, literario. Todo lo que rodea, participa o funciona como escenario de la literatura, y los personajes que integran dicho escenario. Twain, Ibargu¨engoitia, reflexiones hechas por Cristina Rivera Garza, Borges, Revueltas, Chabon... Pero tratándose esa otra parte del mundo que poco tiene que ver con el arte de escribir o de leer. Y lo recorremos junto con él mientras lo escuchamos masticar cada gesto que se va cruzando; escudriñando con ese gran angular, o con un microscopio, aquello que se quiere pasar como verdad. Reuniendo textos cortos que han sucedido a lo largo de veintiún años, fraguados desde el lugar del espectador, como el autor lo dirá. Antonio Ortuño, sobre todo, nos constatará que no es cualquier espectador. Es uno que ha desarrollado molares en los ojos. Y aunque los temas parecieran interesar solamente al público dedicado a leer y a escribir es también para toda persona que quiera inmiscuirse en los círculos (y teatros) creados por los humanos, por la condición humana y sus anhelos, su soberbia y el absurdo en el que va desencadenando. Las creencias, la evidencia, los fragmentos que va dejando el caníbal a su paso y en la lectura terminamos por ensamblarlos.