¿Qué sabe uno del paso del tiempo cuando cada instante es polvo moribundo que se cuela por la nariz, los ojos y la boca, y envenena, desarma y aniquila? Hay guerras que están perdidas de antemano: en el momento mismo en que nacemos, comenzamos a morir. Hoy es martes en el aire, pero en mi respiración sigue siendo sábado: hasta donde me alcanza la memoria, estoy viviendo el mismo día (como Lao Tse, estoy entrampado en un laberinto donde alguien sueña que lo sueño que me sueña)…