Bomarzo, el célebre parque con esculturas del siglo XVI, que se localiza en la Italia central, cerca de Viterbo, es el elemento unificador y catalizador de este largo poema. con gran maestría, controlando sin aparente esfuerzo las riendas del largo aliento, Elsa Cross pone a Bomarzo a gravitar en un ambiente en el que los sueños, el umbral, el vacío, el laberinto, los límites del lenguaje y del sentido, las conversaciones pasadas y los lugares evocados exigen la relevancia del primer plano.