Fue materia de reflexión para Fernando Pessoa. T.S. Eliot y Jorge Luis Borges. El primero formulaba en 1915 su rechazo a las cosas hechas para asombrar y por las que no pasaban, aunque fuera como un viento, una noción de la gravedad y del misterio de la vida, T.S. Eliot por su parte cuestiono en 1932 los excesos que advertía en la desproporcionada masa de obras críticas y Borges. En 1974 observo con melancolía que la imprenta hizo muchos mal porque permitió multiplicar el número de libros inútiles advertencias justas y necesarias sobre los aspectos qué cuestionan pero que no invalidan lo que he querido insinuar aquí, que las motivaciones para escribir un libro surgen casi siempre de razones profundas que mucho nos comprometen.
Pedro Lastra