Cuando se habla de Lukas Avendaño, el primer cuestionamiento es saber cómo nombrarlo, ¿poeta? ¿narrador? ¿bailarín? ¿artista del performance? ¿divulgador cultural? ¿activista? Lukas es, en realidad, el más claro mestizaje de todo lo antes mencionado, vuelto carne en un solo cuerpo, pero ¿es acaso ese cuerpo siempre el mismo