ARTHUR BISPO DO ROSARIO. ATLAS
TÉLLEZ, JAVIER
Durante su juventud, Bispo se enlistó en la Marina y se convirtió en boxeador, hasta que un accidente lo lesionó de por vida, terminando su carrera como pugilista. Después trabajó como asistente en la mansión de su abogado, en Botófago, donde tuvo la visión que marcó su destino. La noche del 22 de diciembre de 1938 se vio descendiendo del cielo junto a siete ángeles y se presentó en el Monasterio de São Bento como "el que vino a juzgar a vivos y muertos". A pesar de su triple marginación —como afrodescendiente, esquizofrénico e indigente—, Bispo afirmó su existencia a través de su obra. Con los materiales disponibles en la institución creó un mundo completamente al margen de los cánones artísticos: bordó infinidad de nombres y cartografías en estandartes o vestimentas que portaba él mismo; también construyó ensamblajes, ficheros, miniaturas y vitrinas con objetos coleccionados. Su legado fue conservado gracias al reconocimiento del crítico y curador Frederico Morais, ya que Bispo nunca se consideró artista ni permitió separarse de sus obras.