En un recorrido narrativo que va de lo humorístico a lo dramático, en el que se intercalan relatos y reflexiones, el autor trata de provocar a veces el retozo y en no pocas ocasiones la desazón, pero movido siempre por el deseo de que el lector se solace.Este pequeña obra puede servir de epílogo a otra, igualmente versátil, publicada hace años (Bodega de minucias), en la que también, como en ésta, Bullé-Goyri adopta la miscelánea narrativa como el vehículo mediante el cual expone lo que le inquieta, le divierte y lo lleva a cavilar, siempre en un tono ocurrente.