Amores de nunca acabar es un libro devotamente deliberado, un libro para vivirse, para sentirse, para experimentarse, una flecha puntual que da en el blanco único y paradójicamente tumultuoso de las emociones y la reflexión, juego de alimentos terrestres que van de la realidad al sueño primigenio, del recuerdo a la presencia y otra vez al recuerdo; juego de vida o muerte en que las pasiones rompen sus insaciables bordes, en que se conjugan la soledad y el sufrimiento con el amor y la alegría, caras de una misma moneda siempre distinta y siempre igual, siempre vigente.