La perplejidad y sensación de disgusto con el mundo que parecía caracterizar la personalidad de Cervantes, lo conmina a un severo examen de los otros y de sí mismo a la luz de la razón y de los valores que siempre defendió. Se trata de una vida examinada con crudeza, pero, sobre todo, con esos destellos de lirismo que hacen que estas breves divagaciones adquieran un valor no sólo documental sino literario.