No importa cuanto se camine, el abismo es infinito.
Está en la cabeza del hombre y cuando no lo padece, lo clama. Tiembla ante la finitud, y su grito es hondo.
No sabe que hacer con tanta estupidez.
La ambición y la avaricia son su decadencia. Edwin Sánchez nos invita a explorar la fibra más oscura del ser.