Personajes extremos, exagerados al máximo, cómicos y horribles a la vez, hasta tal punto que no es posible separar lo uno de lo otro. Después de tres siglos y medio, las obras de Moliére continúan representándose en todos los escenarios del mundo y uno se pregunta: ¿por qué? Digamos que en ellas no echamos nada en falta, ningún conocimiento moderno. Mejor aún: sus obras evitan ciertos errores de la piscología moderna.