La ciencia sólo conoce hechos que no tienen todos el mismo valor e interés, los observa, los explica, pero no los juzga; para la ciencia no hay hechos vituperables. A sus ojos, el bien y el mal no existen. La ciencia puede indicarnos cómo las causas producen sus efectos, no con los fines que han de ser perseguidos. Para saber, no lo que es, sino lo que se ha de desear, es preciso recurrir a la sugestión de lo inconsciente.