Viene al caso, señor, decirle que yo soy un buen jugador. Me fascina por sobre todas las cosas el juego, por eso hago teatro. Y quiero decirle que sé apostar en el juego al grado de ser capaz de jugarme la vida en una carta, y es que, señor, no le temo a la muerte; le temo a la vida [...] a la vida inútil, a la vida vengativa, a la vida estéril.´
De esta manera, Óscar Liera (1946-1990) encaraba en diciembre de 1985, en las páginas del diario El Noroeste, al entonces gobernador del estado de Sinaloa, Antonio Toledo Corro, a través de una misiva (Carta al Tigre) en la que lo acusa de asesino, corrupto e ignorante. En ella vemos al teatrero y ciudadano que vinculó su hacer y su decir con la certeza de que el arte puede transformar a la sociedad.áCúcara y Mácara enfrenta no a la religión católica sino a la Iglesia. La visión del dramaturgo sobre la institución es inmisericorde. Esta farsa despiadada fue escrita por Liera en 1977 y provocó actos de intolerancia brutales a manos de grupos de la ultraderecha mexicana, al grado de mandar al hospital a actores de la compañía Infantería Teatral de la UV, tras golpearlos al grito de ´¡Guadalupanos!´ cuando se presentaban en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón de la UNAM (1981).áCúcara y Mácara sigue siendo una obra mordaz y divertida de leer y ver, al tiempo que la Carta al Tigre resulta un testimonio estremecedor de un hombre de teatro comprometido con un México que cambió para mal.
Jaime Chabaud