La vasta geografía de la Nueva Galicia era una región sociorreligiosa diversa y contrastante, con una colectividad asentada en su porción de territorio y la expresión espacial de su proceso histórico. Su sociedad compleja y pluricultural quedó delineada en el marco de un estilo de vida y simbolismos que formó a los futuros centro-norte y occidente mexicanos. Las diferencias culturales se fortalecieron en sus regiones pobladas para articular las diversidades internas. Así se caracterizaron, por ejemplo, las ciudades de Guadalajara y Zacatecas, tanto como se delinearon los reales de minas norteños de ese mismo espacio. La unidad territorial era, en teoría y práctica, un espacio delimitado por los criterios de identidad del gobierno español delegado en la Nueva Galicia: unidad por la Corona y la religión cristiana. Esa identidad se amplió y registró sus reflejos en un fenómeno de lógica complejidad: la pertenencia sociorreligiosa. En el ámbito novogalaico y sus espacios fractales -pero opuestos, al mismo tiempo, de las identidades en los microcosmos mineros y de otro tipo de sociedades- se construyó una per- tenencia sociorreligiosa (de rasgos prevalecientes en la actualidad) en el noreste novogalaico, gracias a dos factores concurrentes, o uno gestor del otro: la Iglesia -institución rectora y correctora de una sociedad profundamente estratificada- y el clero. Lo anterior se puede considerar como la tesis que recorre cada de uno de los nueve trabajos presentados en este libro.