AA.VV
La célebre “caja idiota” se ha transformado en un elemento de sobrevivencia. Imparte una educación sentimental que completa aquella que se recibe en la escuela, los centros de trabajo y la vida misma. Termina por distribuir una ética que concluye hegemónica. No es difícil caer preso de la paranoia e imaginar que la producción norteamericana de series de televisión es otro acto colonizador, pero su calidad narrativa es pasmosa y quien sostenga lo contrario declara una miopía drástica.