Mientras más minúsculo se aprecia este volumen, más notoria es la falta que hacía en el catálogo de la dramaturgia nacional: Pablo Mandoki recupera aquí dos de las obras más originales del último cuarto de siglo, portadoras de una poética inclasificable en su momento, y que hoy, a la luz de la nueva Tipología del texto dramático propuesta por Dubatti, podrían inscribirse como precursoras de una dramaturgia de director muy reacia a la fijación textual —en la medida que no responden a las convenciones literarias tradicionales—, pero por demás estimulantes a la hora de desentrañar historias dramáticas que surgen del gesto y sólo eventualmente se convierten en palabra.
Obras generacionales (como todas aquellas que acompañan nuestra formación como espectadores) Bailando una pieza sin música (1988) y Reporte meteorológico (1997) señalaron una ruta de creación que parecía consumirse en la acción efímera de la escena; por eso nos parece notable su reto actual de producir desde el papel las mismas resonancias, o tal vez otras nuevas, en un lector que deberá mantener muy abiertas las antenas.
Y es que no es poca cosa lo que este volumen propone: en una de las obras, la historia eterna del deseo; y en la otra, la historia eterna de la humanidad. Nada más, pero nada menos.
Luis Mario Moncada
