Contrariamente a lo que se piensa, la realidad más cotidiana suele estar muy cerca de la ficción, mientras que la ficción más libertina encuentra su forma natural en la crónica. Por lo menos eso es lo que sucede con los textos de García-Galiano, quien a partir de una estampa, un dato, consigue una serie de piezas de gran economía y estilo depurado que al mismo tiempo pueden verse como fabulaciones y como hechos consumados.