La dramaturgia en Sonora ha sido un género cauto, asomado apenas entre los frutos de las voces líricas y narrativas que en notable proporción lo exceden. Sin embargo, en los últimos decenios la presencia de los dramaturgos ha comenzado a recortar distancias. Entre estas voces, especial lugar ocupa la de Jorge Celaya, y especial lugar reclama en ese corpus El niño y la virgen, obra premiada y montada en diversos lugares y ocasiones.áLa línea de acción de la obra parte de un evento que se da en la capital de Sonora no hace muchos años. Dramático de origen, el asunto reúne a una serie de personajes y acontecimientos que Celaya ha tomado del murmullo urbano, del acervo callejero iluminado por lo sorprendente: la vieja matrona de burdel, el niño mudo y extraviado de la mente, el cura, la voz testimonial y el ojo del pueblo, testigos todos de la anécdota fundamental, han quedado registrados en la trama entretejida por el pulso hábil de Celaya para conformar la historia de la pecadora arrepentida, los avatares y secuelas convocados por los modos, por los personales caminos elegidos para la expiación. El niño y la virgen es parte de una vasta y exitosa producción de Jorge Celaya que enriquece al Teatro Nacional.
Luis Enrique García
