Matar, de Carlos Sánchez, es un libro que provocará adicción. Desde el momento en que se inicia su lectura, la adrenalina se desborda. Se trata de crónicas escritas en la alcantarilla misma de la vida, donde aun los de corazón más noble pasarían de largo. Justo es ahí, donde pareciera que no hay más esperanza, donde pareciese que termina la fe y principia la devastación moral, exactamente es ahí donde Sánchez se ha zambullido, como para ahogarse por nosotros y salir a tomar aire cuando todas las agujas marcan ceros. Matar es un libro que obliga a llamar a las cosas por su nombre. Más bien es un libro que obliga a nombrar. Yo lo leí y una gota de sudor escurrió por mi nuca. Intenté releerlo y las lágrimas nublaron mi vista. Hete aquí la prueba de dolor y de piedad, en que insistía Wilde. Hete aquí un libro que hay que leer de pie.
Eusebio Ruvalcaba