Inagotable y desafortunado, Marcolino se busca la vida peregrinando por estos cuentos que son una especie de comedia humana en versión telegráfica. Desde el Verde hasta la frontera, al otro lado y de vuelta, como un Sancho sin Quijote, desgrana peripecias y perlas de sabiduría que provocan en el lector más de un sobresalto y más de una carcajada culpable. En la mejor tradición de los personajes de farsa, los hechos y dichos de Marcolino trazan sin malicia y con afilada economía un trayecto que va de la ambición sin límites de la infancia hasta el contento resignado de la vejez, pasando por unos cuantos abismos aventureros, los percances del deseo y alguna intervención demoníaca.
Con su tono falsamente ligero, sin prisa ni pausa, estos cuentos se van acumulando poco a poco para dibujar, más que el de un personaje, el retrato irónico de un país. A quien los lea, diría el propio Marcolino, no le asistirá el arrepentimiento.
Juan Sebastián Gatti