En los relatos que componen El libro de las artes, el autor coloca a cada uno de sus personajes ante un abismo común, el de entregarse a la totalidad, sin que esto implique necesariamente la destrucción del individuo, por el contrario, lo particular se refuerza para beneficio del todo: le da sentido y significado.
Esta constante de fatalidad no es privativa de los personajes contenidos en esta ópera prima, sino que también aplica al autor, pues lo que nos ofrece deja la expectativa muy alta para su trabajo posterior. Tenemos la oportunidad de leer una obra con gran capacidad de calado, que, tras sedimentar su última palabra, nos revelará que nosotros bien podríamos ser aquellos individuos de quienes el autor nos está hablando.
Itzcoatl Jacinto
