Un largo viaje por las espinosas veredas del Santo Oficio, la radiante obscuridad de los libros prohibidos, la apacible tormenta del amor, llevaron a la Beata Hechicera a buscar las respuestas en el paradójico entorno del Virreinato, con la medalla de la Virgen en una mano y el grimorio de los hechizos en la otra.